04 febrero 2012

[azul grisáceo]

El pequeño segmento que separa la lucidez del sueño, es en realidad un abismo en forma de espiral, que conduce al núcleo de nuestro subconsciente. Como partículas esparcidas por un viento arremolinado, las neuronas bailan por circuitos concéntricos, que adoptan los colores de la última visión que nuestros ojos captaron. En esos caminos, el abanico de imágenes oscila entre el recuerdo geométrico y su creación efervescente. Son habituales los túneles tridimensionales y los recorridos aéreos; lineales, veloces, fractales... hermosos. Su belleza y plasticidad nos resultan sorprendentes, sobretodo por la claridad con que las vemos. Poco acostumbrados a lo incomprensible, creemos que aĺgún error se produce en nuestro cerebro, cuando en realidad, lo que hacemos es echar un tímido vistazo a las profundidades de nuestra esencia.

1 comentario:

daBeat dijo...

Aquí el DMT y la glándula pineal tienen mucho que decir..