17 diciembre 2012

[Educación 3.0]

El instituto ha dejado de tener fronteras. El conserge, todavía incrédulo, sostiene las llaves que ha estado usando más de veinte años, y observa a los operarios cargar las últimas verjas sobre el camión. Mientras acumulan los bultos metálicos sin ningún rigor, piensa que al menos, podrían ejecutar la orden de una manera un poco más ceremonial. Es un momento muy importante: la nueva ley de educación prohibe límites, vallas y puertas cerradas, permite a los alumnos faltar a las clases de manera injustificada, y hoy es el primer día del primer curso de aplicación de la ley. A partir de hoy, la asistencia deja de ser obligatoria. La educación pasa a ser libre. Totalmente libre. En los profesores la incertidumbre es generalizada: algunos opinan que el instituto será ingobernable, y otros creen que la medida tendrá sus ventajas. Para las familias también ha supuesto un fuerte cuestión sobre su compromiso con la educación, y entre los alumnos, como siempre, se oyen opiniones de todos los colores. Pero nadie tiene ni idea de qué es lo que va a suceder.

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