Era una
noche sencilla, sin augurios ni confidencias. Como una prolongación
de la quietud del vecindario, un silencio sereno flotaba dentro de
Hans. Subía las escaleras de la casa de sus padres, entretenido en
observar cómo su peso oscilaba, peldaño a peldaño, entre su lado
derecho y el izquierdo, concentrado en despachar pensamientos,
barriéndolos con delicadeza. Meditar en movimiento, había leído;
no entretenerse en escarbar desde varios ángulos las mismas ideas de
siempre, sobre ayer, sobre mañana; ese aquí y ahora tan continuo,
tan efímero, y que Hans perseguía en sus ejercicios mentales.
Imaginaba el tiempo psicológico como la lucha entre dos trenes sobre
una misma vía, el tren del pasado a la izquierda, el del futuro a la
derecha, como placas tectónicas que se embisten y se superponen, que
tratan de situarse sobre un punto concreto marcado en el empedrado, y
que solo permiten el goce del más puro presente cuando se alejan,
cuando despejan de marañas racionales y estériles ese punto
concreto, en el que Hans visualizaba su centro, su corazón, la
inmediatez del instante. Pero a veces mantener a raya aquellos dos
trenes era tan sencillo como percibir un olor, una fragancia como de
velas púrpuras sobre un mantel de hierba en la oscuridad; un aroma
cercano, tan intenso, que Hans pensó que debía ser de una de las
plantas de sus padres. Sobrecogido, alarmado por aquella pureza
inesperada, Hans corrió a preguntarle a su madre si sabía el origen
de aquel olor tan exactamente concentrado en los últimos peldaños
de la escalera. Hipnotizado por la urgencia de resolver el misterio,
cerrado en un túnel con una única salida, Hans involucró a su
madre en la necesidad de la respuesta preguntándole con interés
brusco y desaforado. Entonces ella dijo galán de noche,
y esas tres palabras estallaron en pedazos dentro de Hans, los trenes
temporales bailando en apareamiento y lucha, los significados
fundiéndose con las imágenes, el barro del tiempo duplicando la
memoria, el presente ardiendo en otra forma de evasión, la del
lenguaje, la semántica, la literatura.
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