Napoleón Bonaparte está estudiando un mapa, tiene dieciséis años. Hay una cuestión que no consigue descifrar: quiere saber cómo deducir pendientes de una manera simple. Soy su profesor de Matemáticas. Cuando ha comprendido, sus pupilas se dilatan casi imperceptiblemente: ha recorrido en un lapso de ensueño la trayectoria que habrá de llevarle a su ansiada gloria. Después, en su mirada de agradecimiento, descubro viejos recuerdos que -ahora yo- no consigo descifrar.
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