14 junio 2013

[Para: un suceso normal]

Anna, Xavi y Josep solían quedar en el antiguo bar de Josep para tocar música juntos. Ensayaban versiones de temas antiguos por el simple placer de sentirse músicos por un rato y en los descansos, charlaban sobre temas livianos mientras bebían cerveza y comían tortilla o frutos secos. Eran reuniones informales en que la música les evadía un poco de la rutina de los meses.

Pero ese día, en una de las pausas, sucedió que Anna y Xavi quedaron atrapados en la absurda sucesión de turnarse consecutivamente para entrar en los baños del local de Josep. Como si jugasen al imposible de perseguirse en los dos únicos compartimentos de una puerta giratoria, primero entraba ella, y cuando salía, entonces entraba él, y cuando él salía, después ella entraba otra vez, y después otra vez él, y después ella otra vez, y así tantas y tantas veces, muchas veces, tantas como duraron las dos conversaciones que Josep tuvo que mantener alternativamente: la conversación con Xavi mientras Anna estaba en el baño, y la conversación con Anna mientras era Xavi, quien estaba en el baño.

Ninguno de los tres era consciente del bizarro guión que protagonizaban, ni tampoco se extrañaron de verse envueltos en aquella doble conversación entrecortada. Como en una progresión natural desde el anterior tema que habían estado practicando (una versión en piano, bajo y batería al compás de un tres por cuatro), Anna, Xavi y Josep creyeron que aún estaban ensayando, y se dejaron llevar por la hipnosis de mantener activas aquellas dos conversaciones yuxtapuestas.

Josep era quién lo tenía más difícil: charlaba con Anna, e inmediatamente después, con Xavi. Y debía retomar el hilo de la conversación anterior sin perder el de la siguiente. En cambio Anna y Xavi solo mantenían una conversación, y además, disponían de un tiempo (el que pasaban dentro del baño) del que no disponía Josep. Pero las paredes del antiguo bar de Josep eran estrechas, y mientras Anna y Xavi estaban en el baño, escuchaban perfectamente la conversación del otro con Josep, así que, a pesar de la triangulación del diálogo, los tres fueron capaces de captar el sentido de una conversación global.

La canción era “Berlín”, en su versión acústica de Coque Malla y Leonor Watling, y cuando aquella extraña pausa terminó, y volvieron a tocarla, ninguno de los tres se dio cuenta que, Anna, en lugar de cantar la letra de la canción, usó exactamente todas las frases que habían compuesto aquella conversación a tres bandas, sin que ninguno de los tres se percatarse que coincidían perfectamente en cantidad, en número de sílabas y en armonía.

1 comentario:

Anónimo dijo...


a veces las cosas cuadran, aunque tú no hagas nada...
(o será precisamente porque no tratas de hacer nada?)

p.d. el vídeo promete (maldita conexión que no deja cargarlo bien aarrgggg :S )